La sangre manda es el título de la obra que el inigualable Stephen King acaba de repartir por nuestras librerías.
Que Stephen King es un escritor prolífico es algo que hoy en día no sorprende a nadie. De hecho, mientras escribo esta reseña a él le habrá dado tiempo a publicar un título más y tendrá otro en corrección.
Y probablemente en este momento, en su casa allá en Maine, estará escribiendo uno más en su ordenador con la mano izquierda mientras con la derecha escribe otro manuscrito con pluma de ave y tinta.
Bromas aparte, nos encanta que Stephen King sature el mercado, porque tiene público de sobra para hacerlo.
Y que sea por muchos años.
Los que me conocéis sabéis que de Stephen King me leería hasta la lista de la compra, que no me importaría darle un golpe (pequeñito) con el coche con tal de que me escribiese el parte de accidente, así que hoy juega en casa, pero…
¿Ha cumplido La sangre manda con mis expectativas?
Veamos.
La Portada
Antes que nada: la portada. O el portadón, para hacerle justicia.
En un precioso color oro viejo, con las letras y los detalles principales en riguroso luto y además en relieve, la portada es un regalo para los sentidos. Un trampantojo en el que, a primera vista vemos un gato negro, pero una observación más cercana hace que aparezca ante nuestros ojos, como por arte de magia, una rata conformada por los ojos del gato y su hocico.
Esta imagen (la de la rata, al gato se lo han sacado del bolsillo) es la que da nombre al último de los cuatro relatos que componen el libro. La sangre manda es el título del tercero.
De modo que la portada es una mezcla entre el elemento principal de uno de los relatos, el título de otro, y un elemento (el gato) que no aparece en el libro.
Y el resultado es tan sumamente elegante, tan bonito, que daría igual que ninguno de los elementos apareciesen en el interior.
Su objetivo es llamar la atención, prepararnos para lo que nos vamos a encontrar en el interior, y eso lo consigue con creces.
Vamos ahora con los relatos, uno por uno.
El teléfono del señor Harrigan
Hay algo que es común a los cuatro relatos de los que consta La sangre manda, algo que no nos parecerá novedoso a los seguidores del maestro, y es su casi insultante facilidad para crear personajes a los que te parecerá conocer de toda la vida y ambientaciones que llegan muy adentro en apenas un puñado de palabras.
En El teléfono del señor Harrigan trenza un par de personajes principales potentísimos con un momento histórico clave en la historia moderna, cuya relación quizás nos pueda traer a la mente el magnífico Verano de corrupción. Un relato basado en la relación especial que se establece entre el señor Harrigan y Craig, un niño huérfano de madre. Gran secundario para fijar su personalidad es el padre de Craig.
El entorno histórico en el que se desarrolla la historia tiene tanto o más peso que los personajes principales: el nacimiento de Internet, el primer modelo de Iphone, una tecnología de la información que comenzaba a florecer y que a los viejos dinosaurios como el señor Harrigan les parece obra del demonio. Pero… ¿qué ocurre cuando Craig pone en sus manos el primer iPhone que salió al mercado?
Lo que podíamos esperar de una obra de Stephen King, que nos genera un mal rollo sin la necesidad de ser explícito, insinuando más que mostrando, que consigue que en nuestra cabeza seamos nosotros mismos los que vayamos encajando las piezas que él tan sólo nos muestra de pasada.
Como curiosidad, a nivel personal, el señor Harrigan se me dibujó en la mente desde el minuto uno como el señor Potter, de Qué bello es vivir. No sé si ha sido intencionado por parte del autor, pero sospecho que sí.
La vida de Chuck
La vida de Chuck, el segundo de los relatos que nos presenta el libro, nos regala una historia en tres partes que, como si se tratase de una imagen vista al microscopio al que se fuera cambiando la lente, nos dibuja en primera instancia una historia a vista de pájaro, para luego ir aumentando la graduación, acercándonos a cierto personaje y acabando como un relato intimista, que a mí al menos me hizo pensar en cosas que normalmente pasamos por alto.
En su primera parte nos muestra una visión apocalíptica, de un mundo que se viene abajo sin remedio, y cuyos personajes intentan ponerse a salvo mientras los medios de comunicación emiten un único y críptico mensaje:
Charles Krantz, 39 magníficos años.
¡Gracias, Chuck!
El mensaje se repite en cada rincón, e incluso los aviones lo dibujan en el cielo, y servirá de hilo conductor en cada una de las partes.
Poco más se puede decir de esta gran historia sin caer en los odiosos spoilers, más allá de que deja poso, y que probablemente te descubras pensando en ella días después de haberla leído.
Una demostración más de que King es un maestro moviendo los hilos que conectan con nuestra fibra sensible.
La sangre manda
El plato fuerte de esta compilación de relatos es precisamente el que le da nombre: La sangre manda.
En esta historia, que ocupa por sí sola más extensión que las otras tres juntas, acompañaremos a Holly en la búsqueda del culpable de un atentado en un colegio.
Aquí hay que hacer un importante inciso: en este relato se habla sobre sucesos ocurridos en la trilogía de King Mr Mercedes y de la obra El visitante, por lo que, si no has leído ninguna de ellas, te vas a comer unos cuantos spoilers.
¿Es esto razón suficiente para posponer la lectura hasta haber dado buena cuenta de los títulos anteriormente nombrados?
Esa es una decisión que debes tomar tú. Aunque yo no lo creo.
Probablemente este relato se disfrute de maneras distintas, si ya conocías a Holly será como un reencuentro con una vieja amiga mientras que en caso contrario te picará la curiosidad como me ha ocurrido a mí y saldrás corriendo a por El Visitante a tu lector de ebooks o a la librería más cercana.
Dicho esto, yo no conocía a Holly, mi primer contacto con ella ha sido en este relato, y debo reconocer que el personaje me ha enamorado, tanto es así, que me apunto El visitante para mi próxima lectura.
A lo largo y ancho de las hojas en las que se va desgranando la historia, acompañaremos a Holly en su investigación a la caza y captura de un asesino que parece alimentarse del dolor de sus víctimas. Si ya habéis leído El Visitante probablemente os resulte familiar. A los que, como yo, os suene todo a nuevo, os encontraréis con una amenaza terrorífica de la que querréis conocer más.
La rata
El último de los relatos, La rata, me ha generado sensaciones contrarias.
Drew, un escritor de relatos cortos incapaz de abordar su primera obra larga tras fracasos previos, se aleja de su mujer y sus hijos pese a la resistencia de ella, para abordar la escritura de un western cuyo argumento se dibuja con una claridad meridiana en su cabeza.
Para ello, se traslada por unos días a una cabaña de la familia en lo profundo del bosque, prácticamente aislada del resto del mundo, que llevaba años con el mantenimiento mínimo y poco más, para concentrarse en el trabajo.
La historia cuenta con todos los ingredientes para convertirse en un cuento de miedo típico de campamento, de los que se relatan entre susurros a la luz de una hoguera en plena noche, con fantasmas, un temporal inesperado y sucesos paranormales, pero a última hora pega un volantazo y un cambio de rumbo que no me acabó de convencer.
¿Es por ello un mal relato?
En absoluto, la ambientación es magistral, la sensación de ahogo al no poder salir de la cabaña casi se puede sentir físicamente, peeero a mi forma de ver es el menos King de los cuatro. Y lo peor, que en cuanto aparece la rata que le da título, se diluye.
Quizás sea más culpa mía que del relato, pero es que cuando King repartió las cartas de juego en la mesa, pensé que estábamos ante un clásico relato de visitas del más allá en una cabaña aislada, y sin embargo la historia tomó un camino muy distinto.
En mi humilde opinión…
Nos encontramos ante una muy buena antología, con una portada preciosa, y cuatro relatos de gran nivel, con uno que hará las delicias de los seguidores de Holly, pero que cabreará a buen seguro a quienes se encuentren con algún que otro spoiler importante sin esperarlo.
Avisados quedáis.
Larga vida al Rey.
Y si te apetece echarle un vistazo…
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